Ya las noches no duelen...
siento mis duendes hablando bajito
mis fantasmas dibujan invisibles deseos
que se desvanecen lentamente
sobre el crepúsculo de luz tibia
ya no duelen las mudas soledades
de estas noches vestidas de asombro
sin ángeles ni demonios
ni me duele ver a la bestia
sentada sobre mi mesita de noche
donde guardo mis pálpitos, los suspiros,
y los sueños vagabundos
Y alguno que otro murmullo escapado de entre mis sábanas
Noches de encuentros
hablándome quedamente
detrás de la anochecida luz bendita
enhebrando amor en la espera
luz penetrando sigilosamente
en la intimidad de la quietud
que nos entreteje en el mismo abrigo
en una hora precisa
de una noche cualquiera
unimos cielo y tierra, sangre y carne
luz y oscuridad
en horas victoriosas de euforias desbordadas
he visto las tinieblas caer
bajo el amanecer alfombrado de caricias
.