Mi cita es contigo, aquí y ahora... y cito: "El que no cae resbala"
Invadido de más nada que la gracia de ella, y con trazos
de cristal de roca viva, delineo este poema para Esther
Inevitable pasión, ritual de
la existencia
elevada compenetración, luz y
gozo
cuanto te siento, cuando tu presencia
va llenando mi realidad...
el tálamo de tu cuerpo
carne de mi carne, deseo...
con placidez de mística
revelación
que delicia enloquecer en este
fluir trascendental
en cada toque, en cada latir
se atilinta nuestro placer
derrites mi piel
en los estremecimientos del
preludio
¡qué fuerza, qué sincronía, qué
resonancia!
lamiendo nuestra interioridad
evocación diáfana de nuestro
éxtasis
en un solo cielo, en un único
paraíso
las olas salvajes de tu lengua
me atraviesan
mis dedos traviesos pulsan
entre tus labios
flotando en húmedos vapores
mi boca te susurra la sintonía
con tu placer
se detiene la noche, se
transmuta el deleite
embriagados de generosidad mutua,
y esplendor
poseídos por la gracia de la fe nos entregamos
al circuito
universal del amor
.
Puro placer y un baile extenuante y exquisito de los sentidos!...
ResponderEliminarMuy hermoso, Alejandro.
Que viva el amor!
Poema sensual, atrapante que roza lo erótico. Me gusta, y pienso que en la cantidad de tiempo que te llevo leyendo y creo que sos un enamorado del amor rozando todo lo sensual que lo integre.
ResponderEliminarUN beso querido pibito.
El poema vibra de pasión.
ResponderEliminarUna delicia.
Saludos.
PRECIOSO POEMA, ROMÁNTICO, SENSUAL Y SUTIL A LA VEZ.
ResponderEliminarUN PLACER LEERTE, TIENES MUCHO TALENTO PARA LA LIRICA.
BESOS
wow ALE!!!
ResponderEliminareste poema arde y se desliza por la palabra más viva
es que cuando hay alguien a nuestro lado , el camino no tiene fin, ni cansa
FELICITACIONES!!!
y me alegro un montonazo de esta buena nueva que abriga a tu corazón y que endulza tus días
besitos y luz
Para ti amor de mi vida… digo…
ResponderEliminarSabanas de seda
acarician nuestra piel
y en ellas se despliega
el ardor de nuestro ser.
El preludio en su deleite
amenaza estremecer
toda noche, toda tierra
de exquisito placer.
Esther