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viernes, 22 de octubre de 2010

Nuestros viejos

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Mi cita es aquí y ahora y cito... "El que no cae resbala"


Cuando todavía están, los ignoramos, los relegamos y no les hacemos caso...

Desdeñamos sus consejos que consideramos superfluos. Sus pláticas nos parecen zonzas y caducas. Decimos que no los necesitamos y que tampoco ellos nos necesitan…

Solo nos pica la nostalgia y los añoramos... justo cuando ya no están, cuando ya se han ido para nunca más volver

Como nos duele en el alma lo que no pudimos o no quisimos brindarles; cuanto nos punza en el corazón haberles escamoteado nuestras muestras de afecto y gratitud… Cuanto nos pesa no haberles ofrendado nuestra devoción y todo lo que se merecían por su abnegación

Ahora cuando ya es imposible mostrarles nuestros sentimientos… quisiéramos tenerlos aunque fuera un instante…
Cuando se nos aprieta el alma y los ojos se nos anegan de lágrimas al recordar nuestro desdén, cuando daríamos cualquier cosa porque el tiempo pudiera retroceder y tener otra oportunidad…

Cuando recordamos y sentimos que sus manías y chocheras, día a día, se nos van convirtiendo en fuente de sabiduría, y lo peor es que, lo que más nos molestaba de ellos es precisamente, ahora, lo que más nos reconforta, porque queramos o no, nosotros al final de cuentas somos su re-edición y actuamos de un modo semejante.

Amigos, que no sea demasiado tarde para rectificar, porque si no, pues qué pena, que sólo nos podamos lamentar

Oh Dios! Padre celestial, mira de cuanta ceguera podemos padecer, cuan insensatos podemos llegar a ser, cuando nos alejamos de tu luz.

Ábrenos los ojos, para que se salve de esta estupidez, hasta el que pareciera que no puede salvarse.

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